Hace más de un año escribía http://www.jeremiaspalazzesi.com.ar/blog/llenar-la-cabeza/ y empezaba mi lista «Antes de morir debo…». Todos tenemos una. Algunos la tienen escrita otros en la cabeza; algunos tienen muchas ideas imposibles, otros solo un sueño. Yo tengo mi listita, repito. Un tilde importante era el Salto en Paracaídas!. Lo hice, acá les cuento como resultó.
Arrancó un sábado soleado de invierno. 14º C a las 15hs. Para saltar en paracaídas en Rosario uno se remite a ciudades linderas. Aquí dos empresas destacan. Skydive y Paracaidismo Rosario (O Rosario Extremo). Las dos parecen igualmente profesionales. En mi caso un amigo me recomendó una y otro la restante.
Skydive está en la ciudad de Alvear, a 10 minutos del centro de la ciudad de Rosario, hay gente experta y el primer salto es a orillas del río Paraná con una vista hermosa de la ciudad. Aterrizas en el mismo hangar de dónde salís. Tienen varios costos según el salto. Tenés el básico con salto solo y mantenés el recuerdo en tu cabeza, un salto filmado con la Go Pro en la mano del paracaidista tandem y otro con un camarógrafo que salta con vos y te filma. Así son los números también escalando en precio.
Yo elegí Paracaidismo Rosario. El lugar de salto está en Casilda, a 40 km de la city rosarina. Una ruta tranquila y de campo que pasa por varias localidades hasta llegar a destino: El Aeroclub de dicha ciudad. Los instructores son muy piolas, gente joven y con muy buen equipo. Tanto en Casilda como en Alvear ambos promocionan un dispositivo de seguridad que, en caso de emergencia, abre el paracaídas automáticamente a la altura de seguridad. Dato no menor.
Llamé temprano cuando vi que pintaba el día hermoso y, previo fulbito con mis chicos, arranqué hacia el aeroclub. Vi aviones, helicópteros y mucho campo en un día realmente hermoso. El cursito de salto duró 5 minutos. Unos de los chicos nos explicó (eramos varios para saltar) como debemos agarrarnos del arnés y mirar hacia arriba esperando la caída, como poner los pies y alguno que otro consejito de seguridad. Algo muy sencillo. Luego de eso… esperar el momento.
Con la ayuda de los instructores nos calzamos el arnés de seguridad, hicimos unas tomitas cinematográficas mirando la Go Pro y a subir en el avión.
La experiencia
Te subís al avión, puerta transparente. Una avioneta chiquita donde no entran más que 4 personas y el piloto ensardinados. Ruido a motores, uno, dos y estás carreteando. No es una situación fuera de lo común, está despegando el avión solamente, lo que complica la experiencia es la puertita transparente… donde ves la rueda girando al alcance de la mano… o el piso que se va alejando de a poquito…. el viento agitando las precarias alas… todo un proceso asimilable con coraje. Mucho coraje!.
Mientras vas subiendo la charla es muy piola. El instructor te filma mientras a vos te sube la presión y te pregunta cosas como… Todo bien?. Como estás?. Y ahí te das cuenta que estás muerto de miedo. 🙂 Mi situación particular: hice coraje, revisé todo lo aprendido hasta ahí en seguridad, ajustamos juntos el arnés de seguridad.
Llega el momento, te abrochás al pecho del pibe, y sacás vos los pies afuera del avión. Ojo!, sin apoyarte en ningún lado. Te agarrás las tiras del pecho, mirás hacia arriba… Uno, dos, chauuuuuuuuuuu!!!!!. La caída es algo inexplicable. El viento en los oídos limita la audición, la adrenalina recorre cada capilar del cuerpo embargándolo en un salto catárquico y explosivo. Caes mientras el flaco con todo control, como si fuera lo más normal del mundo te dice que sonrías a la cámara o mirás. Yo grité!, grité como nunca. Caí y miré el paisaje todo lo que pude. Los primeros diez segundos sentí pura adrenalina, luego tomé conciencia y disfruté , y miré la cámara y sonreí las veces que me lo pidieron. Se abrió el paracaídas y me reí como nunca, lloré de la emoción y pude disfrutar todo como se debía. Me encantó. Quiero repetir.
El aterrizaje es de lo más natural, ni salto ni caída brusca. Me pidieron que levante los pies y la caída fue totalmente pacífica. Abajo, tus seres queridos (si te acompañaron). Ya estás en el suelo.
La experiencia es increíble. vale cada centavo que pagaste. Lo recomiendo profundamente.
Todo empezó como un puntito en mi listita… ahora se volvió en la experiencia de mi vida hasta ahora. De más está decir que no es un salto para cualquiera, arriba sabés que la única opción es el salto.
Si todavía no lo hiciste, hacelo y si ya saltaste… porqué no me contás como te fué?. 😉